Unieron
los distintos barrios de la ciudad con un inmenso puente cuyos pilares se
asientan en el fondo del lago Nomeacuerdo. Encargaron esta gran obra a los
gigantes constructores del norte y es una de las siete maravillas del mundo
aunque no se nombre.
Un
enorme edificio en homenaje a Azulina (ver ciudades doradas), preside el gran
puente. Azulina paso un día volando por allí y se poso así en el puente, estaba
tan bonita que decidieron perpetuar ese instante para siempre.
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