La serie que presento se titula El viaje por el bosque de
tinta y agua. Son unas obras que se deslizan sin hacer ruido de mi otra serie
anterior El Bosque Azul, ahora expuesto en la Sala Mauro Muriedas. La evolución
ha sido suave. Casi sin darme cuenta el color azul se fue marchando para dar
mas protagonismo al blanco del papel. Utilizo como medio de transporte la línea
de tinta que se enreda y retuerce creando las diferentes formas. El barroquismo
de la línea se compensa con los espacios vacíos y sin trabajar del papel. Unas
veces se abandona en los brazos del agua y otras en la tenaz plumilla. En
algunos casos esta se funde con la acuarela en un apretado baile de fondos
insinuados y penumbras veladas que contribuyen a conseguir esa ansiada
atmósfera y profundidad que nos conduce a la percepción de la naturaleza
aprendida de los pintores flamencos del siglo xv.
Los personajes que habitan El Bosque tienen la solida presencia que les otorga el concienzudo trabajo de la línea frente a un fondo diluido y frío.
Individuos apacibles, sin prisa, que vagan prendidos en su ahora sin importarles nada mas.
Grandes flores, troncos y hojas aparecen como un personaje más, igualándose en trazo y tamaño al ser humano.
Un viaje que nos adentra en un mundo sin nombre dispuesto a provocar diferentes reacciones en el espectador.
Los personajes que habitan El Bosque tienen la solida presencia que les otorga el concienzudo trabajo de la línea frente a un fondo diluido y frío.
Individuos apacibles, sin prisa, que vagan prendidos en su ahora sin importarles nada mas.
Grandes flores, troncos y hojas aparecen como un personaje más, igualándose en trazo y tamaño al ser humano.
Un viaje que nos adentra en un mundo sin nombre dispuesto a provocar diferentes reacciones en el espectador.
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